Un estudio publicado recientemente en Nature Scientific Reports demuestra que en zonas con mayor contaminación atmosférica la COVID-19 tiende a propagarse con más facilidad. El equipo de docentes y doctorandos que ha realizado el estudio ha clasificado las regiones italianas en cuatro grupos de riesgo (muy alto, alto, medio y bajo) teniendo en cuenta diversos factores que, según indican, pueden haber influido en la propagación del virus. La clasificación que ha surgido de esta división ha resultado ser real posteriormente en la primera y segunda oleadas.

Los investigadores también han notado la similitud entre la evolución de la propagación de la pandemia y la de la gripe estacional. De hecho, en ambos casos las regiones más afectadas han sido aquellas con mayor contaminación atmosférica, como las situadas en el Valle del Po.

De estos estudios surge, por tanto, la urgencia de acciones encaminadas a reducir la contaminación atmosférica para combatir también la pandemia en curso, así como para frenar el preocupante cambio climático, promoviendo igualmente la reducción de la ganadería intensiva.

Hoy podemos defendernos de la contaminación atmosférica en los ambientes cerrados en los que vivimos gracias a los innovadores ionizadores JoyBion que, mediante la ionización bipolar controlada, son capaces de reproducir el aire puro que respiramos cuando estamos inmersos en la naturaleza.

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